lunes, 3 de julio de 2017

No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas

En esta novela, el título nos puede recordar a la idea de Buero Vallejo sobre las tragedias, él pensaba que la fatalidad eran las torpezas humanas, es decir, que tus propias torpezas te llevan a la tragedia. Algo así viene a decir esta novela, no es el karma el que te pone obstáculos, sino tú mismo.

La obra me llamó la atención principalmente por el título, aunque se suele decir que no hay que juzgar a un libro por su portada, en este caso salió bien. Esperas una novela llena de risas, ciertamente las risas están presentes, pero en su justa medida. Lo que te encuentras a lo largo de las páginas es una realidad con la cual, en mayor o menor medida, la mayoría de la gente se puede sentir identificada. Una vida familiar compleja, relaciones amorosas confusas, una profesión por la que sientes una tremenda pasión, pero con pocas salidas. En resumen, amor, frustración, alegrías, desamores... la vida misma.

Los personajes resultan poco originales, un tanto cliché. La protagonista, una chica responsable, trabajadora que, aunque lo de todo de sí siempre hay algo que se tuerce. Su hermana, todo lo contrario a ella. Sus padres, una pareja casada desde hace 30 años que poco a poco va perdiendo el amor e intentan reinventarse. Los amigos de la protagonista son el prototipo de amigos "perfectos", el amigo gracioso gay y la amiga moderna fiestera. Por último, los personajes masculinos son uno el antagonista del otro; Roberto, el novio de Sara (la protagonista), arquitecto, centrado, maduro, el típico hombre perfecto que, precisamente por eso, no consigue llenar del todo a Sara como pareja; Aaron, el prometido de su hermana y amor platónico de Sara desde la adolescencia, un hombre impulsivo, algo narcisista, músico de profesión, todo lo contrario a Roberto y el hombre del que Sara está locamente enamorada. Una historia un tanto típica podríamos pensar.

Lo que más engancha de esta novela es, que hasta el final no sabes qué es realmente lo que va a pasar, ya que en cada página la trama va dando giros argumentativos constantes que no se esperan. Esto es de agradecer ya que, al ser una redacción simple, con una historia típica y personajes cliché, algo que se salga de lo normal hace más interesante la lectura.

Los dos temas principales son: la pasión por lo que se hace y el amor.

En el primer tema nos encontramos con que Sara está locamente enamorada de su profesión, ser plumista. Un oficio poco común y del que apenas se sabe nada. Al ser una propuesta tan innovadora, su familia y amigos no lo ven con buenos ojos, prefieren que se dedique a la química, que es lo que estudió en la universidad, pero ella sabe que para ser feliz necesita vivir de algo que le apasiones y ser la mejor en ello, aunque sea duro alcanzar sus metas y hacerse hueco.

Aprovecha lo que tienes y no lo eches a perder por la frustración de no conseguir una fantasía

En el segundo tema nos encontramos el típico tópico del amor, un amor de película que no llena por completo a la protagonista, frente a un amor imposible que es el que realmente quiere alcanzar. Al saber que no puede acceder a Aaron, puesto que se va a casar con su hermana, se conforma con Roberto, con el cual lleva ya mucho tiempo, pero que no le hace del todo feliz. Esta es la gran paradoja, por miedo a la soledad elijes estar con personas que te hacen sentir todavía más solos.

¿Conseguirá Sara su sueño de ser plumista? ¿Dejará a Roberto o se conformará con él al no conseguir a Aaron? ¿Se casará finalmente el amor de su vida con su hermana? Para responder a estas preguntas tendrás que leer No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas.

Porque hay besos que saben a final feliz, y a principio de todo 

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