lunes, 19 de marzo de 2018

La extraña odisea: confesiones de un filólogo clásico

Este libro ya me lo leí en segundo de bachillerato, cuando estaba indecisa entre hacer la carrera de filología clásica o la de hispánicas, mi profesor de filosofía me lo prestó para ver si me ayudaba en mi decisión. Aunque el autor es un filólogo clásico y trata los temas y problemas referentes a esta carrera, a mí me sirvió para darme cuenta de que lo que quería era dar clases de español a extranjeros y, por eso, me incliné por la filología hispánica. Lo que consiguió este libro además de abrirme los ojos con respecto a mi futuro, fue aumentar mi gusto por lo clásico. 

Tras leerme el libro en segundo de bachillerato, a las puertas de la carrera, decidí comprármelo y volverlo a leer al terminarla. La segunda vez que lo he leído ha sido todavía mejor, ya que al tener más conocimientos y más experiencia, he podido entender mucho mejor este curioso "diario" del autor. Trata de los problemas que tiene la educación hoy día, de cómo las asignaturas de griego y latín, aunque son lenguas extranjeras, no se enseñan como el inglés, alemán..., y por eso los alumnos tanto de bachillerato como de la carrera salen poco preparados en estas materias.

Además de exponer estos problemas y de contar un poco sus aventuras y experiencias, propone soluciones, métodos de aprendizaje novedosos que resultan bastante interesantes. No solo propone métodos y manuales para el griego y el latín, también habla de lenguas como el inglés, alemán, francés, y algunos métodos que pueden ser útiles.

Sus experiencias, sus baches en el camino, pero sobre todo la ilusión con la que cuenta su experiencia y cómo superó esos pequeños problemas, me han dado esperanza para afrontar mi futuro como profesora de español en el extranjero. Además, me ha motivado para seguir aprendiendo lenguas con métodos diferentes y, seguramente, retomar en un futuro el latín y el griego clásicos.

El siguiente peldaño del aprendizaje era la morfología. Se nos informaba de que el latín tenía "casos", acontecimiento terrible y pecado original por el cual aquella lengua dejaba de serlo para transformarse en una suerte de problema matemático eterno. Se daban los valores de éstos y, si el alumno tenía suerte e iba bien en sintaxis, ya sólo le quedaba memorizar las desinencias que caracterizaban aquellos en los distintos tipos de palabras y ponerse a descifrar ristras de frases enigmáticas e inconexas, como si, una vez más, nos la hubiéramos de ver con los códigos interceptados al enemigo en plena guerra mundial

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